
Jaime Bayly hablaba casi todas las noches y hasta hace poco, en su programa del canal Mega TV, de su madre cubana. Una señora que iba a verlo siempre en vivo al estudio, le enviaba regalos y lo llenaba de mimos y cuidados que él agradecía y resaltaba en público. Pero el domingo, leyendo la columna que escribe Bayly en el Nuevo Herald, me di cuenta que Bayly había decidido matar a su madre cubana, sacarla de su vida, deshacerse de ella porque, al parecer, -y estas son mis conclusiones- la señora se había fanatizado y había invadido demasiado la privacidad de Jaime Bayly. Y Bayly se había hartado. No el escritor o el personaje de la televisión, si no el hombre real.
Hace unos días encontré en internet un escrito sobre las maquilladoras, donde Bayly cuenta su relación de trabajo con Moraima, o La Mora, una maquiladora que trabajó durante varios años en Mega TV y a quien despidieron hace unos meses, así como su relación con otra chica que también lo maquilló en Mega, Odalys, y que fue asesinada por su esposo.
Leyendo la columna, que fue publicada en Perú, recordé las ocasiones en que La Mora -a quien conocí también trabajando en Mega y que también fue durante el año que estuve como panelista del programa Paparazzi, mi maquilladora-, me había comentado, de modo casual, su incipiente "amistad" con Bayly, como habían ido a almorzar un par de veces, sus conversaciones con él mientras lo maquillaba antes de que él saliera al show, los consejos que ella le daba, etc. Mora le había cogido afecto a Bayly y siempre me decía que él era como un niño, malcriado y con miedo de todo y de todos.
Así que cuando leí el escrito de Bayly donde este contaba todo sobre la Mora, sobre su hijo Rey David y gran parte de la historia que seguramente la Mora compartió en calidad de “amiga” con él, me puse a pensar que era peligroso ser amigo de Bayly, pues al parecer su imaginación era tan escasa que había optado por ganarse la vida escribiendo las historias que las personas a su alrededor le confiaban, escribiendo en Perú las cosas que le sucedían en Miami, y en Miami, lo que le sucedía en Perú o España, según su conveniencia.
Cuando llamé a la Mora y le comenté que había leído por casualidad el escrito de Las Maquilladoras, ella, en vez de mostrarse contenta, me dijo que en realidad el escrito le había disgustado un poco porque Bayly comentaba en ese texto que ella tenía olor a tabaco en la boca. Y cito del escrito el extracto en cuestión:
Extraño a La Mora hablándome con orgullo de lo listo y aplicado que le ha salido su Rey David, mientras yo siento el olor a tabaco que emana de sus labios voluptuosos.
Es sabido que la literatura se nutre de la realidad, de los acontecimientos, de las experiencias que vive el escritor y, en muchos casos, los personajes son creados a partir de personas reales, amigos, familiares, conocidos. No sabremos nunca si Madame Bovary salió totalmente de la imaginación de su autor, Gustave Flaubert, o si la historia se la contó al escritor una amiguita adúltera que se tomaba el café con él todos los días en el París de aquella época.
En todo caso, Madame Bovary no es un sólo un chisme de pasillo que alguien le contó a Flaubert en un momento de confidencias.
Sí, es cierto que el arte se nutre de la realidad, y es verdad que a veces, puede hasta calcarla, porque la realidad es muchas veces más inverosímil y literaria que cualquier fantasía, pero incluso cuando copia la realidad, el arte también añade, enriquece, engrandece y convierte esas historias en algo más. Y ese algo más es lo que convierte en arte la experiencia real, que puede terminar siendo novela, cuento, pintura, escultura, fotografía, poesía o artesanía. Y ahí juega un papel determinante el talento del creador, quien debiera mejor llamarse re-creador. Y esa es la diferencia entre un escritor y la vieja chismosa que cuenta la vida de sus vecinos.
Sí, es cierto que el arte se nutre de la realidad, y es verdad que a veces, puede hasta calcarla, porque la realidad es muchas veces más inverosímil y literaria que cualquier fantasía, pero incluso cuando copia la realidad, el arte también añade, enriquece, engrandece y convierte esas historias en algo más. Y ese algo más es lo que convierte en arte la experiencia real, que puede terminar siendo novela, cuento, pintura, escultura, fotografía, poesía o artesanía. Y ahí juega un papel determinante el talento del creador, quien debiera mejor llamarse re-creador. Y esa es la diferencia entre un escritor y la vieja chismosa que cuenta la vida de sus vecinos.
En la columna del domingo, en el Nuevo Herald, Jaime escribe sobre “su madre cubana”:
Todos los lunes y viernes Talía me esperaba en el estudio una hora antes de que comenzara el programa, y apenas terminaba se me acercaba y me daba una bolsa llena de comida. Yo nunca le pedí nada, pero ella decía que era feliz comprándome comida. Me traía tantas cosas que no alcanzaba el tiempo para comérmelas todas. No me preguntaba qué me gustaba, ella elegía por mí. No faltaban nunca el salmón ahumado, el queso cremoso, las tostadas, la tortilla española, los sánguches de miga, las sopas de pollo que se derramaban en la camioneta, frutas exóticas, chocolates, pirulines, caramelos de menta, sales digestivas, laxantes y boletos de la lotería. No sé por qué, Talía deslizaba siempre, entre las bolsas de comida, boletos de la lotería que se jugaba el sábado.
Yo le agradecía y tiraba a la basura casi todo lo que me regalaba.
También me traía regalos muy lindos para mis hijas (vestidos, joyas, perfumes), que yo llevaba a Lima y les entregaba como si fueran regalos míos, sin mencionar a esa extraña señora que había decidido ser mi madre.
¿Es ético escribir algo tan horrible sobre personas que confiaron en su amistad y le contaron a Bayly sus vidas, sus problemas, sus sueños y sus frustraciones en un momento de intimidad, cuando pensaron, no que terminarían en la columna del escritor, sino que estaban cimentando una amistad que, en realidad, nunca existió?
Le expresé mis preocupaciones a una amiga escritora y ella tuvo una idea muy buena: se debería legalizar el derecho de autor por inspiración. Un derecho de autor que las personas podríamos reclamar cuando algún escritor carente de imaginación escribiera sobre nuestras vidas sin nuestro consentimiento. Así, las personas afectadas por el bochorno público de ver sus historias expuestas con todos los santos y señas, tendrían al menos el consuelo de ganar algo por haber tenido la ingenuidad de confiar en vampiros existenciales disfrazados de escritores.
¿Tendrá Bayly remordimientos cuando se sienta a escribir y expone de esa manera cruel a conocidos, amigos o fanáticos devotos y equivocados que lo adoran y confiaron en él? ¿O será tan mezquino que se divierte contando públicamente las historias de personas que lo creyeron, más que escritor, amigo?
Hace unas horas encontré una columna escrita por Bayly, y que él tituló El Escritor Mediocre.
Quizás en las mismas palabras de su autor podamos encontrar la respuesta:
El escritor se ha resignado a salir en la televisión todas las noches porque sabe que carece de talento para ganar con sus libros el mismo dinero que gana en la televisión y porque sabe que carece de coraje para vivir pobremente, como viven o vivieron algunos escritores que admira. La televisión es entonces una derrota moral para el escritor, el recuerdo permanente de su mediocridad. Lo que otros perciben como un éxito personal (lo que otros incluso le envidian) resulta para él un fracaso abrumador del que ya no tiene esperanzas de recuperarse, después de haber publicado diez novelas.
Parece claro, o al menos parece claro para él mismo, que el escritor no es ni será un artista, y que las razones o emociones turbulentas que lo precipitan a escribir son el instinto de supervivencia y la sed de venganza, de lo que podría concluirse (aunque esto es siempre debatible) que, además de ser un escritor mediocre, es una mala persona…
¿Qué más se puede agregar? Sigo pensando que es muy, pero muy peligroso, ser amigo de Jaime Bayly.
Les dejo el link de los dos escritos de Bayly, Las Maquilladoras, y Morir en Sus Brazos.
http://jaime-bayly.com/wp/?p=62 (Las Maquilladoras)
http://www.elnuevoherald.com/187/story/457616.html (Morir en sus Brazos)
Foto: Rosana Lopez-Cuba