20/11/09

YOANIS SANCHEZ, UN ANIMAL PELIGROSO


Como se puede ver, en este reportaje queda demostrado que Yoanis ES UNA MENTIROSA. Que NADIE la golpeó, que NO la secuestraron. Que la Flaca esa, tan inteligente ella y tan agente de la CIA, desesperada porque no encontraba un taxi en La Habana, el día de los hechos, y viendo que ya iba tarde a la manifestacioncita esa organizada por Vigilia Mambisa y el terrorista Luis Posada Carriles desde Washington, confundió con un botero al auto de la seguridad del estado, donde viajaban, tranquilos y sin meterse con nadie, Rodney y los otros camaradas revolucionarios, quienes de casualidad pasaban por ahí. Que los muchachones, ajenos a la presencia de la bloguera, no tuvieron tiempo de reaccionar cuando esta se les metió a la fuerza en el auto, y sin mediar palabra, se abalanzó de cabeza contra el puño del pobre agente Rodney, varias veces, quien se asustó tanto que solo alcanzó a cogerla de los cabellos para quitársela de arriba, en un acto justificado de defensa propia. Que luego de tratar de calmarla y de tratar de explicarle que aquello no era un taxi –algo que Yoanis, en su histeria imperialista, no alcanzaba a comprender- a los compañeros revolucionarios no les quedó más remedio que abrir la puerta y empujar a Yoanis, aunque con mucho cuidado, dejándola en algún punto de la carretera. Que los compañeros revolucionarios se quedaron tan asustados que no supieron cómo reponerse del asalto descabellado de la joven reaccionaria, agente del imperialismo. Y que como prueba, aquí estos periodistas -comunistas- españoles, los únicos que han tratado el caso con imparcialidad, fueron a Cuba y entrevistaron a los médicos cubanos que atendieron a Yoanis, previa autorización del Ministerio de Salud Pública. Y que como aquí cuentan estos galenos, vivo ejemplo de la eticidad de la medicina cubana, Yoanis no tenía ningún moretón en el cuerpo -a pesar de ser blanquita como una yuma, ALGO QUE A ESTOS DOCTORES LES PARECE MUY SOSPECHOSO. Y que tenía todo su cabello intacto. "Olía a shampoo Americano", le dijo uno de los doctores, de manera confidencial, y terminada la entrevista, al periodista que hizo el reportaje. "Prueba contundente de que La Flaca bloguera está financiada por la gusanera de Miami, porque ¿quién se puede dar el lujo de comprar un shampoo tan caro y oloroso, en Cuba, donde un pomo de shampoo cuesta la mitad del salario de un médico?". ¡Ya quisiera tener yo ese pelo!, mijo -cuenta el reportero que le dijo la doctora cubana que aparece en la entrevista. En fin, que todo no es más que una patraña del imperialismo, y que la Revolución NUNCA JAMÁS HA TORTURADO NI DESAPARECIDO A NADIE y si no, que le pregunten al canciller Moratinos.


7/11/09

LEAN TAMBIEN EL RELATO SOBRE LO SUCEDIDO, EN EL BLOG DE CLAUDIA, ESCRITO POR ELLA

WWW.OCTAVOCERCO.BLOGSPOT.COM

A ESTO LE TEME EL REGIMEN DE LA HABANA: PAZ, AMOR Y PROSPERIDAD, ALGO QUE ESTA PROHIBIDO EN CUBA

LA BLOGUERAS YOANI SANCHEZ Y CLAUDIA CADELO, SECUESTRADAS Y GOLPEADAS POR LA SEGURIDAD DEL ESTADO

Cerca de la calle 23 y justo en la rotonda de la Avenida de los Presidente, fue que vimos llegar en un auto negro –de fabricación china– a tres fornidos desconocidos: “Yoani, móntate en el auto” me dijo uno mientras me aguantaba fuertemente por la muñeca. Los otros dos rodeaban a Claudia Cadelo, Orlando Luís Pardo Lazo y una amiga que nos acompañaba a una marcha contra la violencia. Ironías de la vida, fue una tarde cargada de golpes, gritos y malas palabras la que debió transcurrir como una jornada de paz y concordia.  Los mismos “agresores” llamaron a una patrulla que se llevó a mis otras dos acompañantes, Orlando y yo estábamos condenados al auto de matrícula amarilla, al pavoroso terreno de la ilegalidad y la impunidad del Armagedón.

Me negué a subir al brillante Geely y exigimos nos mostraran una identificación o una orden judicial para llevarnos. Claro que no enseñaron ningún papel que probara la legitimidad de nuestro arresto. Los curiosos se agolpaban alrededor y yo gritaba “Auxilio, estos hombres nos quieren secuestrar”, pero ellos pararon a los que querían intervenir con un grito que revelaba todo el trasfondo ideológico de la operación: “No se metan, estos son unos contrarrevolucionarios”. Ante nuestra resistencia verbal, tomaron el teléfono y dijeron a alguien que debió ser su jefe: “¿Qué hacemos? No quieren subir al auto”. Imagino que del otro lado la respuesta fue tajante, porque después vino una andanada de golpes, empujones, me cargaron con la cabeza hacia abajo e intentaron colarme en el carro. Me aguanté de la puerta… golpes en los nudillos… alcancé a quitarle un papel que uno de ellos llevaba en el bolsillo y me lo metí en la boca. Otra andanada de golpes para que les devolviera el documento.

Adentro ya estaba Orlando, inmovilizado en una llave de kárate que lo mantenía con la cabeza pegada al piso. Uno puso su rodilla sobre mi pecho y el otro, desde el asiento delantero me daba en la zona de los riñones y me golpeaba la cabeza para que yo abriera la boca y soltara el papel. En un momento, sentí que no saldría nunca de aquel auto. “Hasta aquí llegaste Yoani”, “Ya se te acabaron las payasadas” dijo el que iba sentado al lado del chófer y que me halaba el cabello. En el asiento de atrás un raro espectáculo transcurría: mis piernas hacia arriba, mi rostro enrojecido por la presión y el cuerpo adolorido, al otro lado estaba Orlando reducido por un profesional de la golpiza. Sólo acerté a agarrarle a éste –a través del pantalón– los testículos, en un acto de desespero. Hundí mis uñas, suponiendo que él iba a seguir aplastando mi pecho hasta el último suspiro. “Mátame ya” le grité, con la última inhalación que me quedaba y el que iba en la parte delantera le advirtió al más joven “Déjala respirar”.

Escuchaba a Orlando jadear y los golpes seguían cayendo sobre nosotros, calculé abrir la puerta y tirarme, pero no había una manilla para activar desde adentro. Estábamos a merced de ellos y escuchar la voz de Orlando me daba ánimo. Después él me dijo que lo mismo le ocurría con mis entrecortadas palabras… ellas le decían “Yoani sigue viva”. Nos dejaron tirados y adoloridos en una calle de la Timba, una mujer se acercó “¿Qué les ha pasado?”… “Un secuestro”, atiné a decir. Lloramos abrazados en medio de la acera, pensaba en Teo, por Dios cómo voy a explicarle todos estos morados. Cómo voy a decirle que vive en un país donde ocurre esto, cómo voy a mirarlo y contarle que a su madre, por escribir un blog y poner sus opiniones en kilobytes, la han violentado en plena calle. Cómo describirle la cara despótica de quienes nos montaron a la fuerza en aquel auto, el disfrute que se les notaba al pegarnos, al levantar mi saya y arrastrarme semidesnuda hasta el auto.

Logré ver, no obstante, el grado de sobresalto de nuestros atacantes, el miedo a lo nuevo, a lo que no pueden destruir porque no comprenden, el terror bravucón del que sabe que tiene sus días contados.