2/2/09

DESPUES DE UNA ESTANCIA EN CIERTO ABISMO

Por Midiala Rosales


Después de una estancia en cierto abismo

el animal vuelve a su árbol preferido
a una naturaleza que le sustituye

su incapacidad de pensar

comprender ciertos hallazgos turbios del hombre
que golpea el húmedo hocico de la bestia

y desata una locura acostumbrada

donde el día más fatal puede ser pura rutina

escombros escondiendo cenizas de sangre

la mano de la flor y la sien del puñal

duelo arrasando el fruto

la llaga en el hueso más diabólico
distendida la angustia

como en una fotografía donde no se reconocen

los comensales

el hedor de la sangre es pasto
en el olvido del camino

sentados a la mesa

sonrientes al vino y la carne

no deben no pueden

festejan el último signo de su desgracia.


Virtuoso que lame el mantel

nadie responde al llamado de tus ojos

amantes melancólicos se abrasan

en la espuma de la sangre

en ese fuego donde reconocernos sería una locura

intangible como lo fue mi madre a veces

y donde lloramos las hermanas debajo de la fábula.


Este ha sido un desacuerdo de familia
Desde siempre estuvimos obligados a salvar

y no hicimos más que cepillarnos los dientes
con el filo escabroso de la Historia.

Así limpios y relucientes

desollamos las banderas
y el primer grito nos espantó

y al segundo
lo adoptamos como a un hijo pródigo
encontrado en la selva.
Construimos mamparas de barro allí donde

debimos poner un tronco que nos cobijara.

Nadie reconoce lo sagrado

Están con su cáncer escondidos en un automóvil
contemporáneos como la soledad

dispuestos a vender sus desacuerdos

y a no trazarse ningún camino común

Después de todo
el mundo pasará como la moda

Vivir es un acto impúdico
que ninguna criatura subestima.



1 comentario:

Maria Tenerife dijo...

Este poema lo descubri hace años en un lienzo, en una exposicion vi un fragmento de este bellisimo poema y tuve la enorme suerte de descubrir que era un poeta, no era un fragmento del pintor, asi que espero que lo disfrutes.........
es de Dylan Thomas

La luz irrumpe donde ningún sol brilla;
donde no se alza mar alguno, las aguas del corazón
impulsan sus mareas;
Y, como rotos fantasmas con tocas de luciérnagas
las cosas de la luz
desfilan por la carne, donde no hay carne alguna que atavíe los huesos.

Una vela en los muslos
calienta la juventud y el semen y quema la simiente de la edad;
donde ningún semen se agita,
el fruto del hombre se despliega en las estrellas,
lustroso como un higo;
donde no hay cera alguna, muestra su pábilo la vela.

El alba irrumpe atrás de los ojos;
desde ambos polos, cráneo y piel, la sangre tempestuosa
como un mar se desliza;
sin cercas ni vallados brotan los surtidores
del cielo hacia la vara
prediciendo en la sonrisa el óleo de las lágrimas.

La noche ronda en las órbitas,
como una luna de alquitrán, límite de globos;
el día ilumina el hueso;
donde no hay frío alguno, el ciclón deshollador desata
las ropas del invierno;
la película de la primavera se cuelga de los párpados.

La luz irrumpe en solares ocultos,
en las crestas del pensamiento donde los pensamientos huelen en la lluvia,
cuando muere la lógica,
el secreto del suelo crece a través del ojo,
y la sangre al sol brinca
en terrenos baldíos donde el alba hace un alto.