2/3/09

MATAR A MILK

Por MRR

La película Milk me dejó repitiéndome una frase que tengo muy clara desde hace mucho tiempo: nada es más dañino que la ignorancia y la intolerancia.

Mientras manejaba de regreso a mi casa, a la salida del cine, recordé una de las frases geniales que Albert Camus pone en boca de su personaje Calígula, en la obra homónima.

Calígula le dice a Cesonia:

“No me matarán mis enemigos, aquellos a los que les he hecho más daño, porque ellos me conocen, y me entienden. Me matará la ignorancia, Cesonia, porque la ignorancia siempre es asesina.”

Después de ver la película volví a sentir rabia por la reciente aprobación de la Propuesta 8, la cual negó a los homosexuales en Estados Unidos el derecho a casarse y que dejó legitimado el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, para alivio de los grupos conservadores.

Nunca entendí cómo los homosexuales de este país no salieron a las calles cuando se propuso votar la Propuesta 8. Y sigo sin entender cómo una sociedad civilizada -y esta se precia de serlo- somete a votación el derecho de una minoría para que, en el colmo de la farsa, sea aprobado por una mayoría que desaprueba a esa minoría y la estigmatiza.


Someter un derecho a votación es algo ridículo. Si los negros hubieran tenido que esperar a que la mayoría de los ciudadanos americanos blancos aprobaran sus derechos, todavía habría mayorales y barracones.

¿Por qué los derechos de los homosexuales tienen que ser puestos a votación?

Los derechos no se ponen a votación. El Estado debe imponerlos a punta de leyes, precisamente para que los intolerantes aprendan, a fuerza, a respetarse unos a otros. Si no, habría que esperar siglos para que una sociedad evolucione y esté preparada para aprobar leyes que protejan a las minorías. Eso, en caso de que tengamos la fe necesaria en la evolución del ser humano. Algo que no me queda claro todavía. Siempre digo que ni siquiera tres doctorados ni un premio nobel pueden matar del todo al animal que llevamos dentro.

Si le dejamos a la humanidad la posibilidad de escoger, habría que esperar siglos para que en muchos países de Africa los hombres dejen de practicarles la ablación a sus mujeres y para que los musulmanes fanáticos dejen de lapidarlas en estadios.


Poner a votación un derecho no solo es un acto de hipocrecía, sino también una violación del primero y más elemental: "que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos."

El derecho debe estar garantizado y punto.

Es cierto que la forma en la que se planteó la Propuesta 8 resultó una trampa, ya que muchas personas votaron a favor de la misma, pensando que votaban a favor del matrimonio homosexual, cuando votar en contra era realmente lo que le daba legitimación.

Pero ya sabemos que Estados Unidos es un país complicado.

Este país ha visto cómo, a lo largo de sus historia, sus verdaderos héroes y sus más brillantes ciudadanos y artistas –desde Lincoln, Lennon, Martin Luther King hasta Harvey Milk- han sido asesinados por individuos mediocres o aberrados, quienes de puro rencor matan aquella gracia o luz que les fueron negadas y que sienten como una amenaza cuando la reconocen en otra persona.


Con la aprobación de la Propuesta, volvió a ganar la ignorancia.


Ahora, los millones de ignorantes que votaron a favor de la misma se sentirán legimitidados en su prejuicio contra los homosexuales.


Fue como si, esta vez, millones de ciudadanos americanos le dispararan nuevamente al cadáver del pobre Harvey Milk.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

De las oscuridades humanas, la ignorancia es una de las que menos tolero, se nos enquista, se vuelve compañera, se hace indispensable, con ella de estandarte no convertimos en jueces, en dueños de la "verdad" y en nombre de ésta vamos repartiendo lecciones de injusticia sin siquiera percatarnos.

Anónimo dijo...

y paso un angel